España, fundada por un valenciano

Per Baltasar Bueno

Asistí anoche en el salón del Trono de Capitanía a la presentación de la nueva Honorable Clavariesa de las Fiestas de San Vicente Ferrer, la encantadora María Amparo Silvestre Guillén de Latorre, organizado impecablemente por el incansable secretario general de la Junta Central Vicentina, Rafael López Die.

El lugar, que los franceses convirtieron en establo de su caballería cuando ocuparon por la fuerza nuestra ciudad, era el refectorio del convento. Un comedor grande, enorme, dado el número de frailes que en épocas anteriores tenían todos los conventos

La sede de lo que también ha sido hasta hace muy poco Capitanía General de Valencia -ahora ya no se sabe cómo llamársele, dado el sucesivo desmantelamiento del Ejército- era el antiguo convento de los Dominicos, llamado de Santo Domingo.

El Estado se lo expropió en 1835, cuando la Desamortización de Mendizábal, y los hombres siguen sin reclamarlo, lo que hubieran podido hacer, a la luz de las generosas devoluciones que se ha hecho a los sindicatos con motivo de las incautaciones de sus bienes tras la pasada Guerra Civil.

La estancia es preciosa, aunque más el claustro gótico de caladas tracerías, que, hecho en 1300, ha sido el orgullo arquitectónico del gótico valenciano. Aunque cuartel militar ahora, las estancias suenan a historia y flota por ellas el espíritu vicentino.

En este convento pasó un tiempo, el de postulante y novicio, San Vicente Ferrer, quien su padre, el notario Guillem Ferrer lo presentó allí, precisamente hoy día de la Candelaria hace 640 años, para que entrara al servicio a la religión cuando apenas tenía 12 años. Dentro del recinto, los militares, que han restaurado el conjunto a las mil maravillas, conservan la casita celda del santo. Una celda que tampoco lo albergó mucho, porque San Vicente, buen valenciano, no gustaba de estar encerrado en casa y siempre estaba yendo o viniendo sin parar, metido en mil negocios de Estado o de la Iglesia.

Uno de ellos, el del Compromiso de Caspe, donde contra todo pronostico salió con la suya, y de resultas fue fundada España hace 595 años. No sé si a alguien se le ocurrirá preparar la celebración del año seis veces centenario, porque España ahora no está, desgraciadamente, nada de moda.

Como verán, Valencia es un libro de historia abierto. Una historia que nos hace falta conocer con mayor detalle y profundidad, que seduce, fortalece, llena de orgullo y que ilumina, nos dice cómo fuimos en otras épocas los valencianos.

cites

Los dialectos de la lengua lemosina son la catalana, valenciana y mallorquina. La catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa; la valenciana, de la castellana; la mallorquina se llega más a la catalana por ser hija de ella. De todas las tres, la más suave y agraciada es la valenciana y no me lo hace decir la pasión
Gregori Mayans i Ciscar

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