El ex deán Ramón Arnau, los errores y las erratas

Per Baltasar Bueno

Cuando los abogados tienen difícil defender un asunto en estrados, se dedican a intentar marear la perdiz, a los jueces, como si estos fueran tontos, no supieran de leyes o estuvieran faltos de experiencia. Los delincuentes igual, niegan hasta su carnet de identidad. De esa manera evitan entrar en el fondo de la cuestión de la litis.

Ramón Arnau se pasa medio artículo en Levante -en contestación a otro mío en Valéncia hui, que es el medio al cual debería haberse dirigido- divagando sobre dos erratas de la fórmula latina de la consagración del Misal Romano -en la edición oficial de 1994 aún se llamaba Romano, no se si en aras del ecumenismo habrá dejado de llamarse Romano- que cambian, en la precisión del latín, un género neutro por otro masculino y olvidan el cáliz. Cierto, hay que ser honestos y reconocer que ahí el ex Deán de la Catedral y Protonotario Apostólico tiene razón.

Pero no arguye otro argumento, que uno de los tantos errores que, a diario, todos los periodistas y periódicos cometemos -hay que ser honestos- por la vorágine y el fragor de la batalla diaria, que nos obliga a trabajar forzosamente de forma demasiado acelerada.

A partir de este simple decir Hic (masculino) por Hoc (neutro) y el olvido de "Cálix", Ramón Arnau ya pierde, todo un doctor él, los papeles. Dice que defiendo la Lengua Valenciana desde la ignorancia.
La verdad es que preferiría siempre defender "desde la ignorancia" la para mi entrañable Lengua Valenciana, que defender la lengua catalana parando el cazo y recogiendo las generosas soldadas que en el pesebre de la Academia Valenciana de la Lengua están recibiendo a cambio los señores académicos.

Se pavonea el canónigo jubilado de lo mucho que ha trabajado con el Misal de la AVL. Y se calla si pudo haberse empleado en los trabajos preliminares un ejemplar inédito, fotocopiado, del Misal que en su día elaboraron -esos sí que trabajaron de verdad, con gran esfuerzo y durante muchos años- lecturas bíblicas incluídas, mosén Josep Alminyana, mosén Lluis Alcón y mossén Vicente Castell, cuya obra me consta obra en sus manos, sobre la que sus herederos, fallecidos ya los tres, algún derecho tendrán para el caso que alguien pudiera aprovecharlo laboral o económicamente.

Habrá qué ver, al final de la corrida, si el Misal traducido a la Lengua Valenciana por los sacerdotes académicos de la Real Academia de Cultura Valenciana ha sido utilizado por el Protonotario Apostólico Arnau, y sometido a pasada de barniz catalanizador en la "laboriosa" confección del Misal "avelisto-catalán" que se nos anuncia.

Ramón Arnau quiere buscar la verdad filológica y él mismo se pone como ejemplo, junto con los demás señores de la AVL, de buscar las formas genuinamente valencianas. "Hemos optado por ser fieles a los libros clásicos de liturgia" del siglo XIV, dice el prebendado.

Genial, en la era del moderno lenguaje de los "sms" y de la multipluralidad idiomática y étnica de la inmigración vamos a tener que hablar, al decir de este ilustre académico, tal y como escribían, que no creo que hablase así el pueblo llano, nuestros clásicos de los siglos XIV y XV, para que quede más culto. Es como si en castellano nos pusiéramos a decir y escribirlo todo como escribió el Quijote Miguel de Cervantes.

El glamoroso deseo, peliculero, de Ramón Arnau de ir a las fuentes, no obstante, no se corresponde con la realidad de lo que, a diario, hace la "organización" en San Miguel de los Reyes, que todos los días nos sorprende haciendo apología no de nuestras fórmulas clásicas, sino de las más habituales del lenguaje común barceloní, modelo llengua standard fabriana, "made in" el Instituto de Estudios Catalanes.

Eso lo pueden comprobar si abren el diccionario oficial de la AVL, donde, por no tener, no tienen ni la caridad de poner en los puestos de salida como primera acepción las palabras genuinas valencianas, que son arrinconadas al cuarto o quinto lugar, primando sobre ellas las que sí son de uso común en la Cataluña estricta.

Finalmente, a don Ramón decirle que no había nada personal en el hecho de no citar su nombre y referirme sólo al canónigo jubilado. Era por no sacarlo a relucir públicamente. Tampoco el adjetivo de jubilado tenía ninguna connotación peyorativa, era simplemente descriptiva. Si lo ha leído mal, debe haber sido "desde la ignorancia" lectoral.

Y el no haberle citado como Protonotario Apostólico era porque no lo sabía, y lo de Deán de la Catedral, mejor no entrar en el tema, por puro respeto a la memoria del canónigo don Vicente Castell Maiques, que sobre este asunto se fue a la tumba sin decir ni pío.

Don Ramón, desde el aprecio, no soy bueno, viene decir usted en su artículo. En este punto estoy tranquilo, porque usted proclama en Misa, que sólo el Señor, el sólo Tú, Señor, eres bueno. Soy lo suficientemente humilde para decirle que sólo sé que no se nada y hasta cometo errores y erratas, como cualquier ser humano, aunque pretendo lo contrario y a veces muero en el intento.

Pero lo que nunca hubiera hecho es ingresar en la Real Academia de Cultura Valenciana, para optar a Académico de la Academia Valenciana de la Lengua por la cuota del PP y valencianista, hacer el discurso de ingreso en la RACV, coger la medalla y el sillón, entrar en la AVL y luego, colocado donde pagan, renunciar a la RACV, donde no pagan.
Hay quien comete erratas y quien comete errores, que son dos cosas muy distintas.

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Los mallorquines hablan una lengua que es tan antigua como el inglés y más pura que el catalán o el provenzal, sus parientes más cercanos.
Robert Graves

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