¡Ay, Mallorca, Mallorca!

Per Ricardo García Moya

Os llaman "Les Illes", a palo seco, como si fuerais miserables ínsulas de hierbajos e iguanas, y dad gracias de que no os rebautizan con nombres como Islas Tortugas o el de aquella "Isla de mal de vientre" que citaba Haedo en 1612 (Topographia de Argel, f. 89); y lo de tortugas podría ser, por la abundancia que teníais. En 1491, por orden real se remitían a Valencia más de cien ejemplares, aunque también es cierto que muchas perdices que pueblan Mallorca son de origen valenciano: "El 11 de marzo de 1315 ordenó el rey que se trajesen de Valencia muchas perdices y se las soltara en el campo de Valldemosa y Sóller, prohibiendo con severas penas que fueran cazadas o maltratadas". Pero nuestras tierras no se llaman Islas Tortugas ni País de las Perdices, sino Reinos de Valencia y Mallorca.

El tiempo en que Mallorca y Valencia defendían juntas la soberanía territorial y cultural de sus territorios ha pasado. ¿Recordáis cuando en 1397, las flotas de guerra mallorquina y valenciana navegaron en cruzada contra los piratas de Tedeliç? Pero el peligro, ¡quién lo diría!, estaba en los vecinos condales; así, en 1462, cuando les dio por proclamar conde de Barcelona al rey de Castilla, tuvimos que entrar en guerra mallorquines y valencianos contra Cataluña y Castilla; y fue duro, muy duro, pues la normalización no la practicaban con inmersores y Canal 9, sino a degüello. En junio del citado año, las galeras catalanas sitiaron la ciudad de Mallorca, "exigiendo que la entregasen; porque si no pasarían a cuchillo a hombres, mujeres y niños" (C. Mayoricense, p. 176). Los valencianos no os dejamos solos, y nobles como "el conde da Cocentaina, que acudió con su galera al socorro de Mahón, contra catalanes", aliviaron vuestro calvario.

Mal les fue la aventura a los catalanes, pues Valencia y Mallorca eran reinos organizados, hasta el punto de que hubieran podido conquistar Cataluña de habérselo propuesto. Así y todo, "las compañías de Mallorca hicieron cruel guerra en los montes de Gerona contra los catalanes" (C. M. p.178), y los valencianos caballeros de Montesa enrojecieron el Ebro con sangre catalana (Diet. del Capellá). Erais agradecidos, y os faltó tiempo para ayudarnos cuando la Germanía. El pelaire mallorquín Crespí, en 1520, escribía a Guillén Sorolla para "ofrecer vida y bienes; y que la Germanía de Mallorca se organizaba a imitación de la de Valencia, de donde tomarían sus instrucciones". De este modo se enfrentaron al imperio de Carlos V los reinos de Valencia y Mallorca, teniendo sus heroicos jefes el mismo final: "Hicieron cuartos de todos y pusieron sus cabezas en lugares patentes, según se había hecho en Valencia". Las tropas catalanas de Oliver, aliadas de la nobleza castellana, degollaron a los plebeyos valencianos en Almenara, y los quintales de plomo para las balas que rindieron Mallorca los vendió Barcelona a buen precio.

Estoy contemplando una reproducción del Gran Mapamundi de la Biblioteca Estense de Módena, pintado por judíos mallorquines coetáneos de las luchas de Valencia y Mallorca contra Cataluña, y en los comentarios del editor actual aparece como obra catalana. Es increíble, pero la asombrosa producción de portulanos mallorquines -sin parangón en la historia cartográfica medieval- se la ha apropiado Cataluña gracias a que los historiadores barceloneses -desde el siglo XIX- etiquetaron como catalanas a estas joyas que son exclusivamente mallorquinas.

Os han quitado todo, desde Ramón Llull a la colonización mallorquina que Junípero Serra realizó en California; las misiones de San Diego, San Antonio de Padua, San Gabriel y San Luis son ahora de raíz catalana. Os han quitado todo, desde el título de Reino hasta el idioma. En 1521 el Blanquerna era traducido a la "llengua valenciana", y es que vuestro Llull -que jamás se consideró catalán- escribía en árabe, latín y un romance mallorquín que, por sus arcaísmos, requería ser traducido a los valencianos. Ahora, tan "normalizados" estáis que quizá no os ofenda que Umberto Eco escriba: "Ramón Llull, catalán nacido en Mallorca" ("La búsqueda de la lengua perfecta", p.55).

Estoy tratando de leer la "Rondaya de rondayes" (con y griega) escrita en lengua mallorquina por Tomás Aguiló en 1815, a imitación de la Rondalla valenciana de Luis Galiana. Me cuesta mucho su comprensión, más que el gallego; en cada página tropiezo con verbos, preposiciones, sustantivos, adverbios y adjetivos distintos total o parcialmente a los de la lengua valenciana y, creo, a los de la jerga del Institut d´Estudis Catalans. Así, al azar, leo: "hei, betrà, ho duit, se mà, morigueran, s´escuma, tarabella, emb, arade devant es bòu", etc... Deduzco que los filólogos del IEC han cosechado caprichosamente los vocablos que les placía de vuestro léxico y tras maquillarlos morfológicamente, estarán engordando el Gran Berta, o Gran Diccionario del Institut d´Estudis Catalans. Supongo que os habrán dicho que sólo es perfecto el léxico y gramática del Institut d´Estudis Catalans. También sospecho que la inmersión ha sembrado odio en Ibiza y Mahón contra Palma de Mallorca (aquí lo hacen en Castellón y Alicante contra Valencia).

Acabo con una línea en el mallorquín de 1815 y que, sinceramente, me cuesta entender: "S´allòta l´entretant feya es santo baxo emb una care" (Rondaya, p.19). Esto no es valenciano, ni tampoco catalán: es idioma mallorquín. No sé si quedaréis muchos defendiendo la independencia cultural mallorquina; pero, igual que ocurrió en el siglo XV, aquí tenéis a vuestros aliados del Reino de Valencia.

Articul publicat en el periodic "Las Provincias", el 15 de març de 1998.

cites

La valenciana, graciosa lengua, con quien sólo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable.
Miguel de Cervantes

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