Los títulos y la lengua

Per Ferrer Molina

Me causó cierto candor ver ayer el entusiasmo con el que el Sindicat de Treballadors i Treballadores de l´Ensenyament del País Valencià y Acció Cultural del País Valencià mostraban las sentencias de los tribunales que respaldan la validez de la titulación de Filología catalana para impartir clases de lengua valenciana. Tantas veces desde sus filas han puesto en solfa otras decisiones de la Justicia – véase el cierre de los repetidores ilegales de TV3 – que ese arrebato de empatía hacia nuestro Estado de Derecho resulta delicioso. Desconozco si ya preparan manifestaciones en contra del Constitucional por los recortes que impondrá al Estatuto de Cataluña.

Precisamente ayer, el presidente de la Generalitat vecina, ésa que tan generosamente sufraga algunas de las actividades de ese tipo de grupos aquí, azuzaba la campaña contra los magistrados del Alto Tribunal, a los que llamaba “árbitros parciales”. Pero de entre su sarta de tópicos victimistas y disparates deslizada en un artículo a cinco columnas en un periódico hay tres frases que vienen como anillo al dedo a esta problemática nuestra que no es filológica – ésa podría haber acabado pronto – sino nacional, en el sentido identitaria.

1ª. “Defender el Estatut es defender la ley. Y es, al mismo tiempo, defender la voluntad democrática de la ciudadanía”, escribe Montilla. El argumento viene a dar la razón al Gobierno valenciano en la polémica sobre los títulos de Filología, pues éste no ha hecho otra cosa que tratar de cumplir con el Estatuto. Lo que no puede ser es que unos sean sacrosantos y otros poco menos que papel higiénico. Si el nuestro dice que la lengua vernácula es el valenciano, atiéndase.

2ª. “Para defender el Estatut necesitamos inteligencia, convicción y determinación”, continúa el molt honorable. No creo equivocarme si digo que esos tres atributos han estado ausentes en las instituciones valencianas para proteger la letra y el espíritu de la ley.

Y 3ª. “No hay sentencia que pueda juzgar los sentimientos de los ciudadanos”, afirma también Montilla. Es decir, quienes ayer se felicitaban en corro por la “victoria” que supone que un impreso admita el reconocimiento de “la unidad de la lengua”, más pronto que tarde se darán cuenta de que una flor no fa estiu. Y menos, si es de plástico.

* Ferrer Molina. Articul publicat en el periodic “El Mundo”, el 5.5.2010.

cites

La lengua valenciana difiere bastante de la catalana para poder permitirse gramática y vocabulario propio si sus literatos quisieran construirselos, como lo han hecho los catalanes a la suya (...) En el caso Valencia-Cataluña, lo importante sería no la similitud, sino la diferencia de las lenguas y la conclusión sería, no la similitud sino la diferencia de los pueblos
Salvador de Madariaga

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