Diada catalana, bandera catalana

Per María Teresa Puerto Ferre

Vivimos tiempos de pillajes y saqueos históricos. Tiempos de latrocinios y desfalcos documentales.Tiempos de embustes y manipulaciones falaces. ¿Los protagonistas de algunos de estos saqueos? ¿los causantes de otros tantos  pillajes?..., con poca imaginación uno adivina  pronto  que estamos hablando del  gran mentidor de la historia, del Gran Ubú  usurpador de cuatribarradas aragonesas...
 
La tradicional celebración en septiembre de la Diada  catalana en Barcelona siempre termina con un pasacalle por la Ronda de San Pedro y la ofrenda de una corona a la estatua del conseller Rafael Casanova al que agasajan como el gran héroe de aquellas tristes jornadas de 1714. El monumento al conseller, obra escultórica de finales del siglo XIX representa la figura  de Casanova medio moribundo, abrazando su bandera. Pero... si ponen un poco de atención y se fijan, verán ustedes que la bandera que aparece en los brazos del conseller  Casanova no es la cuatribarrada sino la bandera de Santa Eulalia, única auténtica bandera de los  condes catalanes: una bandera de color carmesí claro con la imagen  bordada de Santa Eulalia, llevando una plama en la mano y una cruz de aspas detrás de ella.

La razón de tal fidelidad histórica es muy clara. Tras la Batalla de Almansa en 1707, el Reino de Valencia, el Reino de Aragón  y los condes  catalanes se habían rendido al  Borbón vencedor Felipe V quien, tras la victoria, pasó a ser Rey de Valencia y de Aragón, y el único con derecho exclusivo a usar la BANDERA CUATRIBARRADA ARAGONESA. Nadie más. Al quedarse solos los catalanes, no pudieron  utilizar más bandera que la suya, la catalana: la Bandera de Santa Eulalia. Y desde 1707 hasta 1714 (fecha de la rendición de Barcelona) esa fue la bandera por la que lucharon Casanova y los suyos.

Los documentos originales de la historia de Cataluña dicen con toda claridad  que la bandera con la que Casanova luchó y murió no fue nunca la  Señera de las Cuatro Barras de Aragón (ya en poder del vencedor Felipe V) sino, repito, la bandera catalana de Santa Eulalia, emblema secular de la Cataluña  que el conseller defendió.

Testimonio también de ello es el cuadro histórico de Mariano Fortuny con la bandera de Santa Eulalia, pintado en la segunda mitad del siglo XIX, y que, siguiendo la moda de la pintura histórica que dominaba en Europa, los artistas que evocaban algún suceso patrio, estaban obligados a reproducir con exquisito cuidado según la época, las armas, los cascos de los guerreros, sus corazas, sus lanzas, las armaduras, las calzas,  los mantos, las coronas, los bordados y los colores, y por supuesto, por encima de todo, las insignias de los ejércitos y las banderas de los guerreros de las ciudades y de los estados. Traicionar la historia, falseando estos detalles, hubiera sido el hazmerreir de estos pintores y escultores que se jugaban la fama por su fidelidad a la historia.

Por otro lado, el relato histórico sobre el conseller Casanova también está falseado. Tal acontecimiento hay que situarlo en el marco del final de la Guerra de Sucesión de la Corona de España  en la que había dos candidatos: el candidato francés, Felipe de Anjou -que traía la modernización de la España caciquil- y el  candidato austriaco, el Archiduque Carlos, que quería perpetuar la España de los caciques feudales del Antiguo Régimen.

Rafael Casanova, al que el nazi-onalismo feudal nos presenta como mártir, no murió en la refriega, por el contrario, sí que murieron cuatro mil personas que no hubieran sucumbido si el conseller Casanova no hubiera insistido en una resistencia imposible cuando las potencias extranjeras ya habían decidido el final de la Guerra de Sucesión a favor de Felipe V. Casanova protagonizó, por tanto, la inútil acción de una defensa numantina de una posición perdida y fue el responsable de esas muertes innecesarias de valencianos, aragoneses y castellanos puesto que, para cuando quiso pactar su rendición, ya era demasiado tarde. Casanova huyó y NO murió en la refriega: todo un héroe para la historia  de un fracaso.

Jurídicamente, la bandera de santa Eulalia fue siempre la bandera de los Condes Catalanes hasta que en 1976, muerto el General Franco, los líderes nazi-onalistas catalanes  se desplazaron a Madrid y, aprovechándose de la inestable situación de la Transición Española y de la buena fe del Rey Juan Carlos I, le arrancaron  un Real Decreto en el que consta que la bandera CUATRIBARRADA aragonesa  sería a partir de entonces también la bandera de Cataluña….. Sin más derecho para ello que la apropiación indebida de la bandera del reino de Aragón, cuyo emblema histórico, durante más de ochos siglos, ha sido y es “la siempre gloriosa Señera Real de las cuatro barras de Aragón de los insignes monarcas de la Casa Real y nobilísima estirpe del mismo nombre y Reino de Aragón”.

Para vergüenza de usurpadores de CUATRIBARRADAS y  bucaneros de la historia, ahí está, en bronce, la estatua del Conseller Casanova, con su Bandera de Santa Eulalia en la Ronda de San Pedro de Barcelona.

cites

La lengua valenciana difiere bastante de la catalana para poder permitirse gramática y vocabulario propio si sus literatos quisieran construirselos, como lo han hecho los catalanes a la suya (...) En el caso Valencia-Cataluña, lo importante sería no la similitud, sino la diferencia de las lenguas y la conclusión sería, no la similitud sino la diferencia de los pueblos
Salvador de Madariaga

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