Editoriales en defensa del valenciano de César Vidal

Per César Vidal

Editoriales sonoros del programa "La Linterna" de la cadena COPE, en los que César Vidal defiende la identidad propia de la lengua valenciana.

Cesar Vidal

César Vidal, va naixer en Madrit en l’any 1958. Es Doctor en Historia (Premi Extraordinari de fi de carrera), Doctor en Filosofia i Teologia (abdos doctorats obtinguts en EE.UU.) i Llicenciat en Dret. Ha ensenyat en distintes universitats d’Europa i America i es membre de prestigioses entitats academiques, entre elles la Society of Oriental Research o el Oriental Institute of Chicago.

A dia de hui es autor de 130 llibres; ha segut traduit a una dotzena de llengües, entre elles el rus, el polac i el Georgia; domina llengües com l’hebreu, l’arap, el grec, el llatí, etc., ademes d’atres llengües modernes. Defensor incansable dels drets humans ha segut distinguit en el premi Hebraica pels seus llibres sobre el Holocaust i ha recibit reconeiximent d’organisacions com Yad-Vashem, Supervivientes del Holocausto, de Veneçuela, ORT de Mexic o Jóvenes Contra la Intolerancia, entre atres.

Entre les seues obres historiques dels ultims anys podem citar:

  •  Los textos que cambiaron la Historia (1998)
  •  Las Brigadas Internacionales (1998)
  •  Diccionario histórico del Cristianismo (1999)
  •  Breve historia global del siglo XX (1999)
  •  Enigmas históricos al descubierto (2002)
  •  El legado del Cristianismo (2000)
  •  Checas de Madrid: Las cárceles republicanas al descubierto (2003)
  •  España frente al Islam (2004)

…estes tres ultimes obres son de grandissim interes per a acostarse a la veritat historica en temes dels que tot lo mon parla guiat pel pensament dominant pero poc ajustà a la realitat en moltes ocasions.

 

 

Editorial del día 15/09/2004

Dice el "Libro de los Proverbios", que hay cuatro cosas que nunca se sacian: la muerte, la matriz estéril, la tierra sedienta de agua y el fuego.

Seguramente, si el autor del "Libro de los Proverbios", posiblemente el sabio Rey Salomón, hubiera escrito a éstas alturas a las cuatro cosas insaciables a las que él se refería hubiera añadido las ambiciones del nacionalismo catalán porque la verdad es que ¡vaya sesión nos están dando en las últimas horas!

Tras la insistencia de desgajar el Archivo de Salamanca para llevarse algunos de los documentos a Cataluña los nacionalistas catalanes han montado en cólera porque los valencianos quieren que su lengua, si el catalán lo va a ser oficial en la Unión Europea, también lo sea.

Al parecer, los nacionalistas catalanes no pueden consentir que otros tengan lo que ellos piden ni tampoco toleran la existencia de otras lenguas, y claro, si en Cataluña han expulsado el castellano de la enseñanza hasta los 14 años, de Valencia, Aragón y Baleares se empeñan en despreciar otras lenguas diciendo que son meramente sucursales del catalán y reducirlas y naturalmente surgen preguntas:

¿Por qué Cataluña sí puede tener una lengua oficial en la Unión Europea y Valencia no, si el propio Jaime I el Conquistador habla de esa lengua valenciana?, es decir, que no creía que el valenciano fuera simplemente un reflejo del catalán, o ¿Por qué el Archivo de Salamanca tiene que ir en parte a Cataluña y el de la Corona de Aragón no va a Aragón sino que también tiene que quedarse en Cataluña?, y ¿Por qué determinadas obras de arte de parroquias e iglesias aragonesas de la franja que pasaron en un determinado momento a Cataluña siguen en Cataluña y no regresan a Aragón que era su lugar de origen?...¿Por qué Murcia y Valencia tienen que renunciar al agua del Ebro mientras que por el contrario la limpieza de los residuos del Ebro en la parte que entra dentro de territorio catalán la vamos a pagar todos? Por eso, porque las ambiciones del nacionalismo catalán que en éstos momentos tienen muy sujeto al gobierno del señor Rodríguez Zapatero lo exige...

 

Editorial del día 05/11/2004

Corría el mes de agosto del año 1250 cuando los moros de Uxó, en Valencia, recibieron una Carta Puebla que estaba firmada, y cito textualmente, por "lo Rei d´Aragó, de Mallorques, de Valencia e comte de Barcelona e d´Urgell e senyor de Montpesler".

El documento reviste una enorme importancia porque en él se puede apreciar con facilidad la existencia de una lengua valenciana bien distinta de la catalana, que aparece en otros documentos de la época, y esto a sólo una docena de años de la reconquista de Valencia por Jaime I el Conquistador.

Cuando se analizan los dos tipos de documentos, esta carta puebla de Uxó y al mismo tiempo otros documentos en catalán de la época, y se hace sin prejuicios, sin sectarismos, sin fanatismos, se encuentran elementos muy diferentes típicos del catalán actual y también del valenciano actual. Es cierto que ambas lenguas tienen similitudes y es lógico que así sea dada su cercanía geográfica, pero el catalán aparece ya como una lengua mucho más cercana al provenzal que al valenciano. Tan es así, que el trovador Vidal de Besalú manifestaba que lo que en Cataluña se hablaba en realidad era el provenzal.

Todo es lógico, porque en la Valencia reconquistada en 1238 por el rey de Aragón Jaime I el Conquistador ya se hablaba una lengua romance, el valenciano, que no fue traída precisamente por los escasos soldados catalanes que acompañaron al monarca. Catalanes que, dicho sea de paso, tampoco se asentaron en los lugares donde se hablaba el valenciano.

El valenciano experimentó un verdadero renacimiento literario cuando el catalán apenas balbucía sus primeros escritos y produjo obras extraordinarias como el Tirant lo Blanch, que como el propio Martorell escribía en su prólogo, estaba escrito en lengua valenciana.

Por supuesto, nadie negó esta realidad durante siglos; siglos en los que gracias a Dios el nacionalismo catalán todavía no había nacido. De hecho, Gregorio Genovar, canónigo de la catedral de Mallorca, ya bien entrado el siglo XVI se quejaba de que la novela Blanquerna, obra del mallorquín Raimundo Lulio, no hubiera sido traducida a lo que él llamaba "la lengua más culta de las lenguas romances de Occidente", es decir, el valenciano. La traducción a esta lengua vería la luz en Valencia en 1552, y en su prólogo se indica, y cito textualmente, "que ha sido dado a la prensa en lengua valenciana". Por supuesto, esto no se trata de una excepción.

Salvador de Madariaga decía por ejemplo: "La lengua valenciana difiere lo bastante de la catalana para poder permitirse gramática y vocabulario propios."

Azorín señalaba: "El valenciano tiene su medida y su sabor. La concisión del valenciano se ve cuando se compara texto con texto con otro idioma."

El Padre Fullana, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, aseveraba "la existencia independiente del valenciano como lengua que no es, como dicen algunos, una variante del catalán".

E incluso Pi i Margall, catalán, federalista, no dudaba en escribir: "Subsiste en España no sólo la diversidad de leyes, sino también de idiomas. Se habla todavía en gallego, en bable, en vasco, en catalán, en mallorquín y en valenciano."

Esta verdad innegable ha intentado ser ocultada en las últimas décadas por los nacionalistas catalanes, con la ayuda inestimable de la izquierda. Mediante un gasto escandaloso, que se ha granjeado voluntades, y que ha intentado atropellar, laminar y exterminar el valenciano como lengua distinta, el nacionalismo catalán se ha permitido la altiva desfachatez de querer imponer incluso sus reglas gramaticales en otra lengua. Y hoy en día, en no pocos lugares del Reino de Valencia, reducido por la izquierda catalana a "País Valencià", a los niños valencianos se les corrige a la catalana y, por ejemplo, les tachan el valenciano "aixina" para cambiárselo por el "així" catalán, o incluso en los centros docentes les obligan a llevar a clase diccionarios catalán-castellano para aprender valenciano.

El catalán es una lengua española, y como todas las lenguas españolas es hermosa, es secular, es sonora, pero no es el valenciano. Y éste, por su peculiaridad, por su precedencia cronológica y literaria, por su enorme legado histórico, merece un respeto, un cuidado, incluso un mimo, que el señor Rodríguez Zapatero, sometido absolutamente a los caprichos de Maragall y del tripartito nacionalsocialista que gobierna en Cataluña, le niega.

La última prueba la hemos tenido hace unas horas cuando se ha atrevido a decir que el catalán y el valenciano eran una sola lengua. Que daba lo mismo los ejemplares que hubieran llegado de la Constitución en otras lenguas españolas distintas del castellano, porque a fin de cuentas el catalán y el valenciano no se diferenciaban. Y ese mimo, ese respeto, ese cuidado que merece el valenciano, se lo niega de la misma manera que le niega el agua que hubiera llegado a las huertas valencianas gracias a un Plan Hidrológico Nacional que el señor Rodríguez Zapatero se ha permitido aniquilar.

Y es que a Rodríguez Zapatero le sobra altivez pero le faltan principios firmes, principios firmes que se manifiesten, por ejemplo, en defender a todas las CC.AA. sin preferir a unas sobre otras, que se manifieste, por ejemplo, en buscar el bien común por encima de sus intereses partidistas, que se manifieste, por ejemplo, en hacer valer todas y cada una de las culturas regionales en el contexto de una España unida y orgullosa de si misma.

Precisamente porque carece de principios firmes, al final siempre cede ante el que amenaza, ya sea el Carod Rovira que se entrevistó con ETA en Perpignan para desestabilizar España, ya sea el Ibarreche que, gracias precisamente al Sr. Rodríguez Zapatero, podrá celebrar su referendum separatista o ya sea el Maragall que amenazó con querellarse con el Sr. Rodríguez Zapatero, por llevar ante la UE un texto de la Constitución en valenciano.

Más le valiera al Sr. Maragall que, en vez de dilapidar el dinero de los contribuyentes enviando a su agentes catalanistas a Valencia y a Baleares y financiando una selección de hockey catalana, que se preocupara de gestionar una sanidad escandalosamente deficitaria que al final, vamos a tener que pagar el resto de los españoles.

No se percata, no quiere ver el Sr. Rodríguez Zapatero, que con su política de sumisión a los nacionalismos, solo está turbando esta casa común, milenaria y gloriosa, esa gran nación que es España. Y hace mal porque como dice el libro bíblico de los Proverbios en su Capítulo XI, Versículo 29: "El que turba su casa tan solo heredará el viento".  

 

Editorial del día 19/11/2004

"Entre las muy numerosas personalidades de la historia española del siglo XIV, pocas han resultado tan sugestivas como la de Antonio Canals. Discípulo de Vicente Ferrer, catedrático, traductor de autores como Séneca y Petrarca, fue uno de los primeros escritores ligados a un verdadero esplendor, auténticamente explosivo, de la literatura en lengua valenciana. Viajero incansable por tierras de la Corona de Aragón, es decir, por Valencia, por Gerona, por Mallorca, por Manresa, por Lérida o por Barcelona, Canals se encontraba en 1378 en Valencia, y en la década siguiente recibió el encargo del rey Juan 1 de realizar traducciones de obras latinas a su propia lengua. El mismo Canals, en su traducción de Valerio Máximo, realizada en 1395, diría: "He traducido del latín a nuestra lengua materna valenciana al igual que otros lo han hecho a la lengua catalana."

La diferencia entre catalán y valenciano no era obvia únicamente para el erudito Canals. Durante el siglo siguiente, el siglo XV, la literatura valenciana brilló de manera extraordinaria. Y no deja de ser revelador que el poeta Ausiàs March, en la edición de Valladolid de 1555, viera acompañada su obra en valenciano precisamente de un "vocabulari valencià-castellà", debido a Juan de Resa.

De la misma manera, Joanot Martorell señalaría que había escrito el Tirant lo Blanch en vulgar valenciano "para que el lugar de donde soy natural se pueda alegrar". Esas referencias a la lengua valenciana, que no catalana, volvemos a encontrarlas en multitud de obras y son sólo botones de muestra entre, literalmente, docenas de autores valencianos que afirmaban escribir no en catalán, sino en lengua valenciana. La misma lengua, junto al hebreo, el griego y el castellano, que fue alabada en el siglo XVI por Martín Iciana en su Alabanza de lenguas.

Esta realidad no era ni estupidez ni localismo valencianista. El genial Juan de Valdés, autor del Diálogo de la lengua y de Las ciento diez consideraciones divinas, se refirió como lenguas distintas al catalán y al valenciano; una opinión que compartía Miguel de Cervantes Saavedra, un autor que, por otra parte, escribió palabras de profundo amor hacia Barcelona pero que, a la vez, podía diferenciar catalán y valenciano diciendo que éste era más dulce.

Como ellos pensaron Salvador de Madariaga y Azorín, pero también autores tan profundamente catalanes como Pi i Margall, Josep Pla o Manuel de Montoliu, que llegó a decir, y cito textualmente, "la individualidad de la lengua valenciana, nadie que tenga una mediana cultura, la pone hoy en duda".

Como muy bien señaló Leopoldo Peñarroya, el mejor mozarabista que ha tenido Valencia, pensar que el valenciano viene del catalán es, a lo sumo, un acto de fe y no una deducción científica. Y es que hasta Manuel de Azaña lo vio así, cuando el 23 de noviembre de 1936, en plena guerra civil española, creó una cátedra de lengua y literatura valencianas.

Pues bien, este tema, que en puridad debe ser discutido por filólogos e historiadores, lo han intentado zanjar los políticos en los últimos tiempos según criterios que nada tienen que ver con la historia, con la filología, ni siquiera con la decencia.

Carod Rovira, el hombre que se entrevistó con ETA en Perpiñán, el que incluso podría tener cuentas en Suiza en comandita con gente de Batasuna, lanzó un órdago a la grande a Rodríguez Zapatero. O antes del día 22 su gobierno insistía, declaraba, reconocía, remachaba que el catalán y el valenciano eran la misma lengua, o no apoyaría los presupuestos de Solbes ..."

cites

Nadie podrá asegurar que el valenciano y el mallorquín sean dialectos del catalán en el verdadero sentido de la palabra. Los tres se han desarrollado con absoluta simultaneidad de tiempo y divergencias léxicas, sin influirse mutuamente
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