Cabalgata

Per Carles Recio

En busca de distracciones para la crisis, nuestras instituciones han inventado este año una cabalgata histórica que promete repetirse para «amortizar el enorme gasto». A nadie le ha parecido mal, incluso la oposición ha jaleado la ocurrencia, pero frente a esta complacencia general creemos que se deben esgrimir algunas objeciones, a modo de crítica constructiva.

Una procesión lúdica como la que se nos oferta ya existe en el calendario festivo valenciano: es la Processó del Corpus. Parece mentira que la Iglesia no se haya pronunciado contra este corpus laico que la Generalitat pretende instituir. Mientras que los voluntarios de la Associació d´Amics del Corpus derrochan generosidad y entrega, en el nuevo engendro se traen bailarines y caballos desde Italia e Inglaterra, como si nosotros no tuviéramos nuestra propia tradición.

De recreación histórica no hay nada. Es una mera copia de los desfiles renacentistas típicos de Italia. Eduard Mira ha ido de turis-mo al Palio de Siena y ha reproducido aquellos esquemas. Sólo le ha añadido mucho azul en las banderas -que no es invención, porque ya figuraba hasta en los portulanos marítimos- y un Penó de la Conquesta que está archidemostrado que es más falso que Judas. Superando el trauma de las banderas aporta las ficciones requeridas, incluyendo el baile de banderas cuya única referencia valenciana es Beniarjó. Los porrots y las dansetes son unos añadidos para crear la ilusión del autoctonismo.

El acto fue de un autoritarismo infantil. Venga príncipes y princesas como si fuera un cuento de hadas Disney. Si hubiera habido un desfile en 1428, los primeros en figurar hubieran sido los Jurats de Valencia, cargo que no se nombraba para nada en el folleto, pues demuestran que la Generalitat política es un invento de 1982. Los gremios estaban igualmen-te desllavasats frente a la opulencia nobiliaria. Manolo Camarasa estaba encantador de obispo, pero a los asesores se les olvidó que los obispos en Valencia entraban en un burro o mulo como signo de humildad. En nada se exaltó el papel de los Fueros Valencianos.

Otro factor fue el racismo. Si estaban recreando, hubiera sido justo dar entrada a las minorías musulmana y judía, que tenían sus propios barrios. En aquella época eran parias, pero ahora era momento de reconocerlos en su vera dignidad. Pero si entraban moros quedaría al descubierto que, en este aspecto, nuestra genuina tradición ya tiene la fiesta de los moros i cristians, que es mucho más vistosa y seductora que la pergeñada.

La cabalgata y el Any Jaume I no tienen más objetivo que demostrar que Valencia nació hace 800 años y que antes no había nada civili-zado en nuestras tierras. Pero esa falacia se derrumba a poco que conozcamos nuestra historia. Valencia es una fundación romana de 2.000 años que se asentó en una cultura ibera que tenía unos cuantos miles de años más. El Reino de Valencia no lo fundó Jaime I, sino el rey Mubarak. La fecha exacta la señala el profesor Pierre Guichard en su último trabajo sobre los Reinos de Taifa. Fue en el segundo yumadá de 399 del calendario lunar islámico, que traducido a nuestro calendario occidental es el 10 de febrero de 1009. Ese día, la jutba u oración anunció desde lo alto del minarete de la mezquita la independencia valenciana respecto al Califato de Córdoba, sumido en una terrible guerra civil y la adhesión al nuevo monarca, el rey Mubarak.

Mubarak, alto funcionario de las acequias del Turia, creó el nuevo Estado valenciano y reinó durante 8 años, muriendo de accidente en mayo de 1017. Le sucedió su amigo Mudafar, y así siguió una dinastía valenciana por diversos avatares hasta la breve conquista del Cid y, por último, la entrega del rey Zayán a Jaime I del Reino valenciano. Esos años que ahora se minimizan son los que explican y justifican que Jaime I respetara el Reino y no lo convirtiera en una provincia de sus dominios.

El próximo 10 de febrero de 2009, el Reino de Valencia cumplirá mil años de existencia. Mientras nuestras instituciones pierden el tiempo en caprichos quiméricos que dilapidan miles de millones, una conmemoración verdaderamente trascendental queda silenciada. Los reyes musulmanes son los grandes amordazados, pese a que en su corazón nació verdaderamente el alma valenciana que luego sedujo a don Jaime.

Celébrese esa cabalgata en febrero como pide Mira, pero no se centre en Jaime. Lo justo y lo histórico es que se homenajeara a nuestro primer monarca, el rey Mubarak, y a todos esos colosos musulmanes que construyeron el Reino antes del aragonés, con judíos y cristianos demostrando que la paz, la convivencia y la tolerancia son posibles. No en vano, Blasco de Alagón, cuando convenció a Jaime para que lo conquistara, calificó el Reino de Valencia como «la millor terra del món».

MANIFIESTO DEL MILENARIO DEL REINO DE VALENCIA

Ante el cumplimiento del primer milenario de la creación del Reino de Valencia en el año 2009, un grupo de asociaciones culturales valencianas apolíticas y sin ánimo de lucro, hemos constituido una comisión para celebrar la efeméride y hemos redactado el presente MANIFIESTO que se presenta ante la opinión pública para que quien lo desee se adhiera libremente al mismo:

Valencia no nació en 1238. El Pueblo Valenciano tiene unos orígenes mucho más remotos y en la formación de su personalidad ha recibido la aportación de distintas culturas, entre las que destaca de manera especial la islámica, cuya presencia fue efectiva desde 711 hasta 1609.

Precisamente como un Estado islámico nació el Reino de Valencia el 10 de febrero de 1009, al declarar el rey Mubarak la independencia respecto al Califato de Córdoba. La fecha en el calendario árabe es el 11 del segundo yumadá de 399. Diversos príncipes ocuparon este trono durante casi doscientos años, con la única interrupción de la ocupación del Cid Campeador. En todas la compilaciones históricas, tanto musulmanas como cristianas, se habló de “reyes de Valencia” y nunca se consideró a sus mandatarios por debajo de esta categoría. Incluso los grandes historiadores de la época cristiana respetaron esta realidad y nunca se atrevieron a negarla. El 9 de Octubre de 1238 entró en la ciudad el rey Jaime de Aragón, pero el Reino era anterior a su presencia, como atestiguan los documentos y las crónicas.

Ante la visión sesgada e interesada que presenta una Valencia nacida en 1238 únicamente vinculada al cristianismo y a la Corona de Aragón, hemos de reivindicar la singularidad valenciana, mucho más antigua y arraigada, y la pluralidad regnícola, pues se demostró en aquella etapa que la convivencia de las distintas religiones y creencias era posible. Cercenar esta parte fundamental de nuestra historia es menosvalorar nuestra propia capacidad integral como colectivo humano.

La gesta del rey Mubarak, creación del Reino de Valencia que dio lugar a la actual Comunidad Valenciana, no ha sido reconocida a lo largo de la historia, y el cumplimiento de los primeros mil años debe darnos la ocasión de tributarle el homenaje merecido. A tal fin programaremos una serie de actos y editaremos unas publicaciones que darán cumplida información del evento. Sin la declaración o “jutba” de Mubarak no habría sucedido todo lo demás, y seguramente la Comunidad Valenciana no existiría tal y como la conocemos.

Por todo ello debemos celebrar el primer milenario del Reino de Valencia llamando a todas las entidades públicas y privadas, a todas las organizaciones sociales y a todos los valencianos y valencianas en general, para participar en los actos que nos reafirmen como un Pueblo único, plural, libre, tolerante y respetuoso con su pasado, que es la mejor garantía para afrontar los retos del futuro.

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Los mallorquines hablan una lengua que es tan antigua como el inglés y más pura que el catalán o el provenzal, sus parientes más cercanos.
Robert Graves

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