Qualsevol moment o circumstancia son propicis per a porgar les fabules historiques que, en el pas del temps, determinats interessos han pretes revestir de realitat. En unes ocasions l´ignorancia, en atres la mala fe, han contribuït a forjar llegendes a on sostindre origens fantasiosos, interpretacions absurdes o accions que llegitimen un esplendor o passat historic inexistent. La commemoracio del 800 aniversari del naiximent del rei Jaume I ha servit com a excusa per a que els romantics de les fabules catalanistes hagen protagonisat el seu "minut de gloria" per a reivindicar contes en que alimentar les seues utopies historiques, en la clara pretensio de donar "sentit i fonament" a les seues megalomanies. L´inexistent Corona catalano-aragonesa, la presunta catalanitat de les barres d´Arago o la pretensio d´oficialisar el fals Peno de la Conquesta formen part del retorçut entramat que dona credibilitat a la pretesa catalanitat de la conquista del Regne de Valencia.
Exents del sentit del ridicul, estos professionals contacontes seguixen fidels a les seues ridicules felonies, sense importar-los que hui som "libres de la esclavitud vergonzosa" en la que determinats historiadors nos varen "sermonejar" en sigles passats (i presents). En els temps actuals el rigor científic es basa en documents contrastables, i no en interpretacions lliures que alimenten o certifiquen un fals pedigri o simbol, com observarém mes avant.
Una de les fabules historiques catalanistes que nos ha arribat als nostres dies es la que van inventar determinats escritors catalans en el sigle XV-XVI per a dotar a Catalunya d´una gloria de la que careixia: la llegenda de Wifredo el Vellos com a orige de les quatre barres. Si Roma tenia la seua propia fabula en que alimentar el seu naiximent, en els fills de Mart, Ròmulo i Remo, amamantats per una lloba; si Portugal afirmava que el mateix Jesucrist havia donat al seu rei, llavors comte, els cinc daus o rodelles, abans de la batalla d´Obrique, en memoria de les Cinc Llagues Sacrosantes, etc., Catalunya no podia ser menys. Algo sublime que poguera reunir: antiguetat (a on apropiar-se d´uns drets heraldics) i, per descontat, valor, llealtat i sacrifici, inspiraven la fabula de Wifredo (Guifre) II, comte de Barcelona.
La llegenda catalana soste que "Wifredo el Velloso pasó con un buen número de amigos y hombres de armas, a servir al Emperador [francés] Carlos Calvo en la guerra que hacían los Normandos; que este soberano alcanzó una completa victoria contra sus enemigos, debida al valor del conde quien salió herido en la batalla; que el Emperador fue a visitarle en su tienda, y viendo la mucha sangre que vertían sus heridas, deseoso de premiar servicio tan importante, le manifestó, después de un largo razonamiento de gracias, quería hacerle la merced de darle armas de su propia imperial mano en recompensa de tan distinguidos servicios; merced, que constantemente le había negado, no obstante de haberla el Conde solicitado varias veces; que en seguida bañó el Emperador cuatro dedos en su mano derecha de sangre que corría por el cuerpo de Wifredo, y aplicándolos a su escudo, que hasta entonces había sido liso, quedaron figuradas en él cuatro sangrientas Barras, y le dijo: Estas cuatro gloriosas Barras serán en adelante, esforzado Conde, vuestras armas, y de todos vuestros descendientes; armas, que tomadas de la misma sangre que habéis derramado en mi servicio serán las más gloriosas que jamás haya tenido noble alguno". I, per a rematar, sentencia la llegenda: "Desde entonces quedaron estas barras perpetuadas en la familia y descendencia de Cataluña".
Jujaran els llectors que l´historia es extraordinaria. Nomes li falta el ¡tachín! en el que nos obsequiava el mac Tamarit al finalisar els seus trucs televisius. Perque esta historieta catalanista, igual que els trucs del mac, son un engany, una fantasia, en definitiva: una ilusio.
Aixina ho certifica, entre atres, el catala i supernumerari de la Real Academia de l´Historia Juan Sans i Barutell, en el seu discurs del 17 de juliol de 1812, publicat en una separata en el titul: "Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón. En que se demuestra ser falso haberlas concedido el Emperador Carlos Calvo, rey de Francia, al conde Wifredo II, llamado el Velloso" (Madrid, 1822).
Sans afirma que el principal engany (no l´unic, com anirém analisant) radica que Carlos Calvo no va ser contemporaneu de Wifredo el Vellos i, per tant, difícilment van poder ocorrer semblants fets. Es mes, en aquell moment, relata Sans: "Los sarracenos invaden Italia. El papa acude al Emperador pidiéndole auxilio. Carlos Calvo no sostuvo guerra alguna contra los Normandos". En la fermea dels fets, planteja lo obvi: "¿Cómo haber salido mal herido el Conde en una batalla que nunca existió? ¿Cómo haberle dado las armas de su propia mano Imperial?" (p. 211).
En esta rotunda argumentacio, coincident en la de la majoria dels historiadors, queda desmontada la felonia catalanista. Pero per si ad algu li quedava qualsevol tipo de dubte, Sans sentencia: "En el supuesto caso que hubiesen coincidido, tampoco pudo darle el Emperador Carlos armas a Wifredo, porque no se usaron en aquel siglo, ni tampoco eran conocidas las divisas gentilicias" (p. 212). "Pues para usarlas él y sus descendientes, no fueron inventadas hasta la Edad Media" (p. 213). ¡Tachín!
Exents del sentit del ridicul, estos professionals contacontes seguixen fidels a les seues ridicules felonies, sense importar-los que hui som "libres de la esclavitud vergonzosa" en la que determinats historiadors nos varen "sermonejar" en sigles passats (i presents). En els temps actuals el rigor científic es basa en documents contrastables, i no en interpretacions lliures que alimenten o certifiquen un fals pedigri o simbol, com observarém mes avant.
Una de les fabules historiques catalanistes que nos ha arribat als nostres dies es la que van inventar determinats escritors catalans en el sigle XV-XVI per a dotar a Catalunya d´una gloria de la que careixia: la llegenda de Wifredo el Vellos com a orige de les quatre barres. Si Roma tenia la seua propia fabula en que alimentar el seu naiximent, en els fills de Mart, Ròmulo i Remo, amamantats per una lloba; si Portugal afirmava que el mateix Jesucrist havia donat al seu rei, llavors comte, els cinc daus o rodelles, abans de la batalla d´Obrique, en memoria de les Cinc Llagues Sacrosantes, etc., Catalunya no podia ser menys. Algo sublime que poguera reunir: antiguetat (a on apropiar-se d´uns drets heraldics) i, per descontat, valor, llealtat i sacrifici, inspiraven la fabula de Wifredo (Guifre) II, comte de Barcelona.
La llegenda catalana soste que "Wifredo el Velloso pasó con un buen número de amigos y hombres de armas, a servir al Emperador [francés] Carlos Calvo en la guerra que hacían los Normandos; que este soberano alcanzó una completa victoria contra sus enemigos, debida al valor del conde quien salió herido en la batalla; que el Emperador fue a visitarle en su tienda, y viendo la mucha sangre que vertían sus heridas, deseoso de premiar servicio tan importante, le manifestó, después de un largo razonamiento de gracias, quería hacerle la merced de darle armas de su propia imperial mano en recompensa de tan distinguidos servicios; merced, que constantemente le había negado, no obstante de haberla el Conde solicitado varias veces; que en seguida bañó el Emperador cuatro dedos en su mano derecha de sangre que corría por el cuerpo de Wifredo, y aplicándolos a su escudo, que hasta entonces había sido liso, quedaron figuradas en él cuatro sangrientas Barras, y le dijo: Estas cuatro gloriosas Barras serán en adelante, esforzado Conde, vuestras armas, y de todos vuestros descendientes; armas, que tomadas de la misma sangre que habéis derramado en mi servicio serán las más gloriosas que jamás haya tenido noble alguno". I, per a rematar, sentencia la llegenda: "Desde entonces quedaron estas barras perpetuadas en la familia y descendencia de Cataluña".
Jujaran els llectors que l´historia es extraordinaria. Nomes li falta el ¡tachín! en el que nos obsequiava el mac Tamarit al finalisar els seus trucs televisius. Perque esta historieta catalanista, igual que els trucs del mac, son un engany, una fantasia, en definitiva: una ilusio.
Aixina ho certifica, entre atres, el catala i supernumerari de la Real Academia de l´Historia Juan Sans i Barutell, en el seu discurs del 17 de juliol de 1812, publicat en una separata en el titul: "Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón. En que se demuestra ser falso haberlas concedido el Emperador Carlos Calvo, rey de Francia, al conde Wifredo II, llamado el Velloso" (Madrid, 1822).
Sans afirma que el principal engany (no l´unic, com anirém analisant) radica que Carlos Calvo no va ser contemporaneu de Wifredo el Vellos i, per tant, difícilment van poder ocorrer semblants fets. Es mes, en aquell moment, relata Sans: "Los sarracenos invaden Italia. El papa acude al Emperador pidiéndole auxilio. Carlos Calvo no sostuvo guerra alguna contra los Normandos". En la fermea dels fets, planteja lo obvi: "¿Cómo haber salido mal herido el Conde en una batalla que nunca existió? ¿Cómo haberle dado las armas de su propia mano Imperial?" (p. 211).
En esta rotunda argumentacio, coincident en la de la majoria dels historiadors, queda desmontada la felonia catalanista. Pero per si ad algu li quedava qualsevol tipo de dubte, Sans sentencia: "En el supuesto caso que hubiesen coincidido, tampoco pudo darle el Emperador Carlos armas a Wifredo, porque no se usaron en aquel siglo, ni tampoco eran conocidas las divisas gentilicias" (p. 212). "Pues para usarlas él y sus descendientes, no fueron inventadas hasta la Edad Media" (p. 213). ¡Tachín!
