Exageraciones nacionalistas

Per Agustí Franch

Innumerables razones expuestas por autores de prestigio, demostrando falta de exactitud en las abultadas sinrazones defendiendo una pretendida, pero inexistente "unidad diferenciada" que justifique el desvarío de la razón histórica, conducente a disparatados inventos, como los injustificados "países catalanes", reducto dispuesto para comprimir las excelencias que muestra la Historia referentes a la antiquísima Valencia. Reino taifa musulmán y reino cristiano, en donde se conservaron muchos nombres de estirpe latina e ibérica hasta finales de la dominación sarracénica. Acompañada, en la cita, por Toledo, Aragón y Granada, reinos de aljamías diferentes a la valenciana. (Simonet, Glosario, p. XXII). Excelencias valencianas que incluso algunos historiadores han dejado de tener en cuenta, echando en el olvido la distinción constitutiva de su carácter respecto de otras zonas raciales del ámbito peninsular, ancestralmente reconocidas, esas prestancias, en "...el antiguo reino de Valencia -que- constituye una comarca de máxima personalidad dentro del área ibérica.." (Juan Maluquer, Hist. Esp. Menéndez Pidal, t. I, vol. III, p. 308).

Son prestancias valencianas, zona en donde queda delimitada la raciología levantina, que "comprende la región desde su límite inferior o geográfico, que lo es también racial, con Almería, hasta las tierras del delta del Ebro, característica separación de Cataluña..." (Fco. Hernández-Pacheco de la Cuesta, Hist. Esp. Menén. Pidal, t. I. Vol. I, p. 200).

Es, lo antedicho, una pequeña parte de la realidad histórica que destruye toda concomitancia o relación con la monstruosidad política "paisos ... insulares baratarios”, sueños de Panzas glotones con el pensamiento puesto en llenar la tripa de sus ambiciones. Si han de considerarse, estas regiones vecinas, desde el punto de vista racial, dicen los eruditos, como estamos viendo, que es Valencia la que procede desde antiguo de un pueblo de pureza étnica, ya que "... Cataluña, la unidad diferenciada que pretenden, no tenía una clara existencia ni aún en el nombre..." (Ramón Menéndez Pidal, introducción a la Hist. de Esp. por él mismo dirigida, t. I)

Tal vez el hecho de ser catalán ha hecho incurrir en exageraciones a un reconocido orientalista: "... altra prova que Cataluña, en temps de la sublevació de Saragossa, no estava molt adicta a l´emir... " (J.M. Millás Vallicrosa, Els textos d´historiadors musulmans referents a la Cataluña carolingia). Debe referirse al levantamiento de los barrios zaragozanos de la judería y la mozarabía, ocurrido en el año 714 (G. Fatás, G. E. Larousse). "¿Quina fou la sort de les ciutats com Barcelona, Girona i altres de la Catalunya vella, en aquelles expedicions..." (Millás, obr. Cit.). Está hablando de las expediciones de Abderrahmán II, ocurridas de 840 a 842 contra los cristianos de Alfaranja (Francia).

Pues bien, en los años citados en esos textos no existía Cataluña, ni siquiera sombra alguna de indicio de su aparición más de trescientos años después. Es vano, por tanto, irreal y absurdo, elaborar artificiales sincronismos que perjudican al entendimiento de la Historia. En esos párrafos le confiere el señor Millás, a Cataluña, una edad mayor a la que tenía seiscientos años después de la época a que se refiere.

Ya el punto exagerado toma proporciones gigantescas cuando, en un descuido, creemos, dice Joaquin Costa (El Archivo, t. VII, cuaderno VI, p. 299), sin llevarle los intereses nacionalistas en la mención del sitio de Segestica (actual Segorbe), "...sitiada y expugnada, no sin fatiga por el ejército de Cataluña..." Un falso "ejército de Cataluña" datado en el siglo II antes de J.C., cuando debió decir con toda claridad a qué tribu pertenecía el tal ejército, de las muchas que poblaban aquel territorio en la época referida, regida, cada una de esas tribus, por un régulo, jefe, en definitiva, que ordenó efectuar el referido sitio. Así pues, nos hemos quedado sin conocer el fondo de la noticia. Cataluña no puede aparecer en ese tiempo, ni siquiera de manera virtual, si todavía, muchos siglos después, "no tenía una clara existencia ni aún el nombre".

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