Dos mujeres, dos libros

Per Wenley Palacios

Las discusiones sobre el catalán y el valenciano auténtico no se pueden dejar al criterio de los filólogos, porque ofrecen opiniones para todos los gustos y algunos les varían con el tiempo. Es preferible acudir a la historia, aunque muchos la cuenten "de otra manera" como me dijo a la cara Jordi Pujol, pero por mucho que la falsifiquen, siempre prevalece la verdad, que es tozuda y sale a la luz.

El padre Fullana lo explicaba muy bien: el valenciano se forma sobre la base del latín vulgar, que hablaban los soldados y colonos que trajo Roma cuando conquistó estas tierras, con aportaciones íberas, visigodas y árabes. Cuando Don Jaime conquistó el Reino de Valencia, para diferenciarlo de sus otros territorios, lo dotó de instituciones, leyes y moneda propia. No quiso que nobles aragoneses, ni condes hoy llamados catalanes, estuvieran aquí imponiéndole sus exigencias como habían hecho durante su niñez y su pubertad. Ni volver a soportar la crueldad y rapiña de los catalanes en la conquista de Mallorca. Por eso, las leyes que nos había dado, escritas en latín según la costumbre de la época, las mandó traducir al "romance que aquí hablan mis súbditos".

De esas historias y las que han seguido hasta hoy, nos habló el pasado día 13 Teresa Puerto, catedrática de Filología de la Universidad Politécnica de Valencia y miembro del Colectivo Fullana, en el acto de la presentación, en la librería Argot, de su libro Cronología histórica de la llengua valenciana, edición bilingüe, en valenciano y en español, editado por la Diputación de Valencia, con profusión de reproducciones, la mayoría de ellas en color; un libro para legar a nuestros hijos y así no olviden que su idioma es la más dulce de todas las lenguas romances.

Como me decía el padre Fullana, es "la lengua oficial de un Reino". Poco tiene que ver con lo que se hablaba en los condados del norte, que mantenían sus intereses políticos y territoriales en la otra parte del Pirineo. Por eso, lo que hablaban no tiene nada que ver con el valenciano, eran dialectos de la lengua de oc. De entre todos esos dialectos, el barceloní, con incrustación de palabras francesas, fue reinventado por Pompeu i Fabra hace un siglo y quiere pasar por ser lo mismo que se hablaba y se habla aquí en el Reino de Valencia. Una falsedad histórica evidente. No adelanto nada más. La historia del valenciano auténtico, con datos y documentos incontestables, está en esta espectacular obra.

Durante estos días de vacaciones, Semana Santa y Pascua, he tenido tiempo para rebuscar entre libros y en internet y he refrescado los sonetos de Carilda Oliver en su Antología poética. Nacida en Matanzas (Cuba) hace 84 años, tiene todos los premios literarios de su país y fue la ganadora del Certamen del Centenario de Sor Juana Inés de la Cruz, organizado por el Ateneo Americano de Washington. Sus sonetos son de una belleza exquisita, porque domina la técnica y su contenido es auténtica poesía. Cuando leo: "te mando ahora que lo olvides todo/- aquel gesto al echarme en la locura./ Aquel viaje al amor de mi criatura;/ aquel gusto en la piel a lirio extraño,/-" Ha sido considerada poetisa erótica, pero tras las puras descripciones de pasión, muchas veces sin amor, se descubre que es la poetisa de la soledad. No hay grandes estudios de su obra, porque pocos se atreven a penetrar en una obra de tan alto voltaje poético. Con sus propios versos digo lo que siento al leer sus sonetos: "Me desordeno, amor, me desordeno/ cuando voy en tu boca demorada/-"

cites

L´individualitat de la llengua valenciana dins de la familia de les llengües occitanes, cap que tinga una mija cultura, la pot posar en dupte.
Manuel de Montoliu

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